La ansiedad es una emoción natural, presente en todas las personas, que resulta muy adaptativa pues nos pone en alerta ante una posible amenaza. Esta reacción de alarma implica una reacción de activación fisiológica.
Pero es justo esta importante función que cumple la respuesta de ansiedad, la de ponernos en alerta ante alguna posible amenaza, la que, en ocasiones, provoca un circulo vicioso de ansiedad. Todo empieza cuando un día, por alguna razón, usted experimenta una respuesta de ansiedad muy intensa sin entender qué es lo que está ocurriendo. En muchas ocasiones la ansiedad se vive como una experiencia muy desagradable, especialmente cuando alcanza una elevada intensidad, que se refleja en fuertes cambios somáticos, algunos de los cuales son percibidos por la persona.
La alta intensidad de esos cambios corporales, la falta de control sobre lo que estamos sintiendo (tasa cardíaca, sudoración, rubor, respuestas gástricas, dificultades respiratorias, etc. ), así como la falta de información, pueden llevar a algunas personas a una sensación de miedo e incluso pánico, por la reacción que se está produciendo en su organismo. A su vez, este miedo provoca más ansiedad, activación fisiológica y, por lo tanto, un mayor incremento de las respuestas fisiológicas. Lo que hacemos en estos casos es mandarle a nuestro cuerpo un potente mensaje de alarma y por lo tanto éste reacciona con la respuesta diseñada por nuestro organismo para enfrentar las amenazas: la ansiedad. De esta manera se genera este peligroso círculo vicioso de la ansiedad. Se produce así una reacción circular (círculo vicioso), por la cual la persona que experimenta cualquier síntoma de ansiedad lo interpreta como una amenaza a qué le vuelva a ocurrir otra vez lo mismo de forma que lo que hacemos es generar todavía más ansiedad, cada vez la persona va a experimentar más ansiedad y más activación fisiológica.
La ansiedad respecto a estar ansioso/a ocurre a partir de que se tiene la primera reacción temerosa: mientras hace la compra, subiendo a un ascensor, conduciendo un coche o incluso estando en casa. Tener una o alguna experiencia de ansiedad se convierte en estar ansioso/a de volver a sentir ansiedad. Entender este proceso es el primer paso para resolver el problema. Una vez que hemos experimentado ansiedad intensa, entonces comenzamos a pensar en la posibilidad que vuelva a ocurrir y a anticipar esas situaciones. Comenzamos a pensar «Sería terrible volver a tener ansiedad», “no podría soportarlo” Pensar de esta manera nos lleva a empezar a generar ansiedad, como mecanismo natural de alerta de nuestro cuerpo. Entonces si percibimos algún pequeño signo de ansiedad comenzamos a pensar cosas como «¡Oh no, me estoy poniendo muy mal!, ¡Me va a volver a pasar!». Le lleva a incrementar más su ansiedad ocasionando pensamientos como «¡Oh no. Estoy perdiendo el control. Qué pasará si me desmayo (o tengo un ataque de pánico, o un ataque al corazón o hago una locura); sería terrible! !No podría soportarlo!». La ansiedad se vuelve a incrementar, lo que le lleva a mayores pensamientos amenazantes y así sucesivamente. Este comportamiento ocurre de una forma muy rápida y probablemente solo somos conscientes de tener un sentimiento de pánico. También, usted puede ser una de las muchas personas que «hiperventila» cuando siente ansiedad. Esto quiere decir que toma mucho oxígeno y siente, paradójicamente, que necesita tomar aún más aire, que le falta el aire, aunque realmente lo que está ocurriendo es que usted está tomando demasiado oxígeno. La «hiperventilación» le lleva a sensaciones tales como sentir hormigueo, mareo, debilidad, vértigo y palpitaciones. Sin saberlo, puede considerar que esas sensaciones son la evidencia de que “algo malo nos está pasando” y que «¡eso es terrible!». Estos pensamientos le llevan a una mayor ansiedad y así continúa el circulo vicioso.
Sin la presencia de pensamientos de «sería terrible» o “no podría soportarlo” y anticipaciones de consecuencias negativas, no aparecería el pánico. ¿Qué se puede hacer? En primer lugar, hemos de tener claro que nuestra respuesta de ansiedad va a depender de de cómo interpretamos y pensamos las situaciones. Si pensamos que una situación puede suponer una amenaza o consecuencias negativas para nosotros/as y que no tenemos recursos para afrontar esa amenaza, reaccionaremos con ansiedad. Ante esa misma situación otra persona puede interpretar las consecuencias como menos amenazantes, y concluir que tiene más recursos para afrontar esas posibles consecuencias negativas. Esta persona reaccionará con menos ansiedad que la primera ante la misma situación. Hoy en día es fácil superar estas dificultades o sufrimientos, ya que estos trastornos son bien conocidos y se pueden tratar con éxito con diferentes técnicas.
Elena Marcello 
Psicóloga 
Especialista en intervención en la ansiedad y el estrés